Un día me encontré sintiéndome extraña con toda la cosmética que usaba, llena de envases con ingredientes impronunciables que no me terminaban de dar lo que realmente buscaba, entonces empecé a interiorizarme en marcas que tuvieran los mismos ideales que yo, buscaba algo simple, que no implicara el sufrimiento de un otro y que fuera amigable con el medioambiente, para mi sorpresa, todos esos productos tienen costos muy elevados y muchas marcas de renombre incluso venden gato por liebre.
Entonces entendí que si no encontraba lo que buscaba tenía que hacerlo yo, empecé a estudiar, a tomar cursos, a probar, probar y probar, me di cuenta que no era tan difícil, la gran mayoría de los ingredientes que uso ya los conocía, todos los conocemos, solo tenía que ser metódica y muy prolija.
Me puse las pilas y empecé a crear, los resultados me encantaron.
Entonces le convidé a todos mis conocidos cada una de las cosas que hice, experimenté mucho con mis compañeros de trabajo y familia, muchas de estas personas empezaron convencerme de que tenía que compartir lo que hacía con todos.
Así nació Salem, en respuesta a una necesidad, una marca que tiene como estandarte el brindar un producto de calidad, con precios muy económicos, porque todos lo merecemos.